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  >  Américas   >  Patagonia, hasta Tierra del Fuego, toda en carpa y a dedo

Partimos en avión desde Buenos Aires, el primero de enero a las 4 o 5 de madrugada, porque era la manera más barata y rápida de llegar a Río Gallegos, y de ahí comenzamos inmediatamente a viajar a dedo. Primero hasta Calafate y glaciar Perito Moreno, luego descendimos cruzando a Chile hacia Puerto Natales y Punta Arenas, continuamos por tierra para recorrer Río Grande, luego Ushuaia, para de nuevo a encarar la ruta de vuelta por Santa Cruz hacia el norte hasta Caleta Olivia. De allí encaramos al oeste, siempre llevados por camioneros o lugareños, hasta llegar a Los Antiguos, que venía recientemente de sufrir una invasión de cenizas volcánicas. Cruzamos nuevamente a Chile, llegando hasta Puerto Chacabuco, y ahí tomamos un ferry que en un par de días nos paseó por la hermosura de los fiordos chilenos, hasta llegar a Puerto Montt. Luego vino Puerto Varas, Frutillar, vuelta a Argentina, y desde Bariloche nos tomamos un tren que en “sólo” dos días nos depositó de vuelta en Buenos Aires.

Este viaje nos marcó un propio récord: en todo el viaje, que duró un mes, sólo pagamos una vez para alojarnos. El resto lo pasamos en hospitales, en la vereda, acampando libre, viajando, o quién sabe cómo.

En Río Grande, fuimos a dormir a la casa de alguien que conocimos. A lo largo de la cena él nos dijo, “yo estoy enfermo, y me voy a morir … pero sé que a través de ustedes y de otra gente, también voy a trascender”.

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