Habiendo vuelto a Madrid para cumplir unos trámites respecto al trabajo que había hecho en Angola (por cuenta de una ONG española), de ahí fui a París, saqué mi visa y zás, otra vez pegué el salto a África, para encontrarme con Paula, mi compañera de vida, que ya hacía un par de meses había iniciado su trabajo en Malí.
Su misión, apasionante y emocionante, consistía en trabajar con niños afectados por desnutrición, internados en el hospital local, para fortalecer el vínculo afectivo entre las madres y los hijos, como principal ancla, la afectiva, para lograr una mejor recuperación, como complemento al aspecto médico-nutricional. Ese proyecto fue un verdadero éxito.
Pasé algunos meses en Gao, un gran pueblo desértico en el Sahel, “borde del Sahara“, casas de ocre, habitado y habitado por pueblos como los Tuaregs, Songhais, Peuls, rodeado de dunas, sobre las orillas del río Níger. Por este río navegamos varios días hasta Tombuctú y Bamako.
Mientras Paula encaraba su proyecto, yo me dediqué a aprender algo de escritura árabe, que ya olvidé, e hice mis primeras armas tocando djembé.
A Gao llegué con mis viejos cuadernos de viaje y una computadora portátil usada que había comprado en Madrid justo antes de partir, y disfruté mucho aquel tiempo escribiendo varios relatos de viajes de los dos viajes más decisivos que realicé, el cruce de África de cinco meses en 1994, y el año de viaje desde Buenos Aires hasta Guinea en 1998-99.
También me di una vuelta por países vecinos como Níger, que toma su nombre de uno del río más importante y vital de África del Oeste, y Burkina Faso, cuyo nombre significa “el país de los hombres íntegros”, para luego volver a Gao.
Nos quedamos en Gao hasta febrero del 2002, volvimos juntos a Barcelona, como escala previa a una de nuestras vueltas a Buenos Aires, mientras se confirmaba el financiamiento para la segunda etapa del proyecto de Paula.
Entretanto, como yo estaba también entre Bruselas y Francia sin que llegue la esperada firma para habilitar el financiamiento del proyecto, y así irme a trabajar a Timor Oriental, y como Paula había vuelto a Malí para la segunda fase de su proyecto, decidí tomarme un avión y me fui a estar con ella un tiempo más, los meses que durara la espera, hasta que volví a Europa, para partir finalmente hacia Timor en julio del 2002.
Hoy esta región, lamentablemente, ha quedado en su inmensa mayoría fuera del alcance de viajeros, debido a su volatilidad securitaria y política.
No llores porque se acabó, sonríe porque sucedió. Manifiestalo.com